martes, 22 de diciembre de 2015

vivir sin dinero






Un verano en la playa conocí a un chico con un tatuaje en el muslo derecho que decía: 
TODO ES MENTIRA, MENOS TÚ.
  

Pensé que la frase era sólo un cliché adolescente, propio de la rebeldía que niega el mundo cuando tienes 18 años y estás atrapado en el cuerpo de un mutante. Él estaba convencido de que nos educan para conseguir un buen trabajo, tener éxito, ganar el máximo dinero posible y no parar de comprar objetos. ¿Acaso no tenía razón? Trabaja todo lo que puedas, la vida es esfuerzo y sacrificio. El inicio de la película Trainspotting: "Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos..."


Vaya, yo estaba bastante convencido de esta idea, formada parte de la secta de los adictos al trabajo y otro día ya pensaremos en quienes somos. Todo porque me encanta mi trabajo: Esa actividad en el mundo que se me da bien y con la que me podría pasar horas sin darme cuenta y ni te enteras de que existo. En mi caso es la arquitectura claro. Pero y si lo que más te gusta en la vida es algo no convencional como nadar entre tiburones o escribir poesía? No todo da dinero. 


Y llego a la clave: el dinero. Ese hombre que nos educa, nos dice lo que tenemos que hacer y nos tiene exclavizados a un trabajo en la mayor parte de los casos horrible. Aún diría más, muchos ni siquiera encuentran ese trabajo horrible. Y yo pensando estos días: ¿y si no hiciera falta el dinero?



Esa noche de vacaciones hablando con el chico del tatuaje pensábamos si merece la pena todo ese esfuerzo, consumismo y destrucción de la naturaleza. Si hiciera a la gente más feliz no tendría nada que decir. El caso es que creo que produce el efecto contrario: depresión, estrés, ansiedad y esa sensación de vacío cada mañana al abrir los ojos y la vida que se te escapa porque no tienes tiempo. De acuerdo ese parece ser el modelo de vida que desea la mayor parte de la humanidad, pero ni siquiera lo podemos llevar a cabo todos.

No es sostenible el crecimiento infinito en un mundo finito, de recursos limitados. ¿Se puede ser feliz sabiendo que el 1% de la población acumula más de la mitad de la riqueza del mundo? Sabiendo que 1 de cada 9 personas en el mundo pasa hambre según Oxfam...


¿Y si no hiciera falta el dinero?  Las sociedades precapitalistas se autoabastecían con sus propios cultivos y animales con redes de intercambio, el trueque, los actuales bancos de tiempo... Pero claro no tenían sanidad y educación pública, ni pensión de jubilación. ¿Y si quieres tener hijos? Para eso si que necesitas un buen montón de pasta. Vaya no tengo la respuesta. Interesado por este tema estuve releyendo estos días: "Vida de zarigüellas. Cómo vivir bien sin empleo y (casi) sin dinero" de Dolly Freed. Es el relato de una joven en los 70´s que junto a su padre vivió durante 5 años con muy poco dinero, cultivando su comida, pescando y criando conejos en el sótano. Un verdadero manual de supervivencia muy divertido.





Vivir sin dinero...La mayoría de cosas maravillosas de la vida se hacen sin dinero. Por mi parte podría nombrar: irse de excursión con amigos, dar un masaje o hacer la conga en una fiesta, por nombrar 3 cosas.

Tal vez si abandonamos la gran ciudad y nos relocalizáramos en comunidades autosuficientes de menos de 300 personas interconectadas, podríamos desarrollar cultivos, ganadería, pequeños oficios artesanos, haría falta claro atención sanitaria, una escuela libre, libros, música, cerveza, una tienda de ropa, una gran pantalla de cine, cobertura en el móvil, internet por fibra...bueno puede que tuvieramos que renunciar a algunos placeres...pero todavía es gratis mirar al cielo!


martes, 15 de diciembre de 2015

Hacia la autosuficiencia








Recuerdo ver a mi madre tejiendo con sus manos un jersey de lana cuando yo tenía 6 años. A mi hermano y a mí nos tejía bufandas, gorros de invierno y mantas. Que maravilla poder hacer cosas con las manos. Producir objetos de uso cotidiano sin necesidad de comprarlos. Tener la tranquilidad de que no han pasado por manos de hombres exclavizados en India ni que han tenido que hacer el viaje tan largo desde el otro extremo pobre del mundo.

Los occidentales vivimos en sociedades cada vez más organizadas en las que cada individuo se especializa en hacer una sola tarea dentro de una enorme cadena de trabajos. En 4 generaciones hemos pasado de una sociedad autárquica a una sociedad hiperespecializada.

Mi bisabuelo tenía vacas y se dedicaba a vender la leche por los pueblos. Yo hoy no sé ordeñar una vaca pero sí sé ordenar que me traigan un brick de leche por internet sin moverme de casa. ¿De qué ha servido toda esta organización? Parece que este control de las actividades en grandes productores abarata los costes de producción y por tanto el precio de los productos es más bajo. Una camiseta fabricada en España es más cara que una de una gran cadena de ropa made in Bangladesh. La producción de los bienes de cada país ya no está en el mismo país sino que se ha trasladado a las afueras del mundo. Allí es más barato producir y compensa transportarlo hasta el mundo desarrollado en grandes containers mientras se produzca en grandes cantidades. La ropa de vestir cada vez dura menos. Los materiales son de peor calidad para que tengas que renovarlos antes. Una vez tuve una camiseta que sólo me puse una vez. Después de lavarla el tejido se había echado a perder.











Las personas somos cada vez más dependientes del sistema a pesar de tener niveles de educación más altos. Para reunir los alimentos, la ropa, los muebles, las herramientas y utensilios diarios necesitamos cada vez más sofisticadas redes de organización a nivel global.

Sería absurdo tratar de separarse de la sociedad radicalmente, los hombres no somos islas, sería imposible producir por uno mismo todos nuestros bienes, pero que divertido sería probar a hacer algunas cosas por uno mismo y sin tratar de venderlo, sólo en provecho propio. El hombre es un ser creativo, necesitamos volver a hacer cosas con las manos, que enriquecedor para nuestro carácter es aprender a hacer cosas nuevas!

Nos educan para hacer personas homogéneas, para que nos quedemos sentados, quietos, rectos, para que actuemos del mismo modo, porque sólo así somos más fáciles de manejar. Sin embargo, las personas somos un torrente de creatividad. No hemos nacido para estar sentados, hemos nacido para soñar.