jueves, 14 de febrero de 2013

Sí, ¡quiero!











SÍ, ¡QUIERO! Y no me caso, si no que quiero una CASA. Para siempre, y todos los días de mi vida. Quiero tener una casa móvil y llevármela al campo y a la playa todos los años. Siempre soñé con tener una casa en un árbol. A lo mejor voy eligiendo el árbol que me dará cobijo este verano. Ya tengo las instrucciones y los materiales comprados. Me han dicho que puedo montarla con mis propias manos. Les pediré a mis colegas que me ayuden a construirla y así pasamos una semana estupenda. Además, necesitamos unas buenas vacaciones. Entre unos con el agobio del trabajo y otros buscar curro, creo que será bueno tomarnos unos días. Además, tampoco está la cosa como para gastárselo en casas rurales o albergues. Prefiero gastar ese dinero en mi cabaña y saber que la tendré ahí para siempre. Nunca pensé que tendría una casa propia sin hipotecarme. Y podré independizarme este verano. Incluso estoy pensando en ir a vivir al campo definitivamente. Parece mentira que vaya a hacerla finalmente, todo empezó como un sueño y mira. Aquí estoy, ojeando las instrucciones para autoconstruirla. Nunca pensé que las entendería mejor que las del mueble que monté el año pasado. Si es que realmente es como un mueble. Me acuerdo cuando me escondía en el armario de mi habitación jugando al escondite. Pensaba que ahí nunca me encontrarían. Llevar lo básico, una linterna, tener invitados y pasar las tardes jugando dentro. También me gustaba meterme debajo de la cama o de la mesa del salón. Las paredes eran el mantel de cuadros y nadie sabía que estabas debajo mientras preguntaban: ¿dónde se ha metido esta niña? Por  la noche me levantaba linterna en mano, despertaba a mi hermana y nos íbamos sin hacer ruido a la cocina. Cogíamos juguetes y provisiones de la nevera, y pasábamos horas debajo de la mesa. Y qué decir de las sábanas que colocábamos con forma de tienda de campaña, encendías una linterna y en un momento te habías construido tu propia vivienda. ¿Por qué será ahora todo tan complicado? Se me tendría que haber ocurrido antes. Hacer ese mueble más grande y llevarlo a un lugar especial en medio del campo. Lo mejor es que podré llevarlo donde quiera. Creo que voy a pedir la furgoneta a mi tío para trasladar los materiales. Y voy a ir pensando el lugar donde voy a construirla este verano. Ya tengo un motivo más para levantarme cada mañana. Yo ya sé lo que es el verdadero amor.





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